Quien soy
SOBRE MÍ
monitor esqui en baqueira beret
Mi nombre es Javier y soy profesor de esquí en Baqueira desde hace más de 20 años.
Amante de los deportes de montaña, apasionado por el esquí y la enseñanza.
Me implico con cada alumno para sacar la mejor experiencia personal, insisto en la técnica para que aprendas. Mi objetivo es que disfrutes de este maravilloso deporte.
Aprovecho este espacio para explicar como he llagado hasta aquí, porqué me he quedado y que me motiva a seguir dando clases de esquí invierno tras invierno…
MIS INQUIETUDES EN LA NIÑEZ
Nací en Madrid hace ya unos cuantos años, en pleno centro, y allí crecí. Afortunadamente tenía cerca de mi casa el parque del Retiro, que ya desde pequeño lo sentía no solo como un lugar de diversión y juego, también era donde encontraba la calma y mi imaginación se disparaba. Ahora sé que eran los árboles, el olor de la hierba mojada y el aire más o menos limpio lo que me conmovía.
Siempre fuí un amante del deporte. Fútbol, baloncesto, los primeros contactos con el esquí de manera casual, el atletismo que tanto me ayudó a equilibrar mi energía. El deporte me divertía y me sentaba bien, podía estar fuera, donde quería estar, sintiendo el aire helado del invierno y el sofocante del verano, nunca me molestaron los rigores naturales.
MIS INICIOS EN EL ESQUÍ
Mientras estudiaba economía y trabajaba de forma autónoma decidí mudarme a Cercedilla, en la Sierra de Madrid, al tiempo que empezaba a hacer mis primeras escapadas al Pirineo. En invierno, y por inercia de amigos recién conocidos que trabajaban allí aprendí a esquiar en Boí. Fueron años estupendos pero también de confusión, porque una parte de mí quería estar sentado en una silla estudiando y trabajando mientras que la otra estaba inquieta queriendo salir afuera a descubrirlo todo.
A lomos de la que ha sido mi fiel compañera estos últimos años descubrí mi camino. No sé que me animó un día a viajar en bicicleta, pero esos días dando pedales de sol a sol me dijeron dónde tenía que estar.
MI FILOSOFÍA
Los primeros inviernos completos en el Valle de Arán me fascinaron. La belleza del entorno, la diversión de deslizarse por las montañas, y todo lo que había de nuevo por aprender, tanto del esquí como de la relación que establecía con la gente, con los alumnos. Afortunadamente, no he perdido nada de lo primero y he ganado con el tiempo un gusto cada vez mayor por acompañar tanto a niños como adultos en su descubrimiento personal de lo exterior, que este entorno nos regala, como en lo interior, aquello que nos hace sentir la vida con plenitud y nos da la posibilidad de transformar las dificultades en oportunidades. Hacer que una clase de esquí no solo sea aprender una técnica sino una experiencia personal lo más completa posible, que tanto niños como adultos sientan que se han enriquecido durante esas horas, volver a casa con ganas de volver a descubrir más, volver con una sonrisa en la cara.